lunes, 16 de enero de 2017

La coronación de un rey

Hoy es un día especial en la historia de Bórdovar, se recuerda la coronación de Leopold y su ascenso al trono, historia que se conoce a través de Leonor en su diario y en el tercer libro de "Nieblas del Pasado"
Si quieres leer hazlo pero te advierto que es SPOILER y esto sólo lo entenderán quienes siguen la trama de Nieblas del Pasado y conocen bien la historia de Leonor y Leopoldo, si no la conoces por favor no leas porque no vas a entender.
¿Preparados?

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El diario de Leonor Hampton - Nieblas del Pasado 3

La coronación de Leopoldo se llevaría a cabo a las 14:00 hrs del 16 de Enero de 1,979 y todo sucedió exactamente como estuvo previsto. Él tuvo la gente adecuada a su lado para vestirlo como debía de hacerlo para la ocasión, al igual que Tita y yo, las personas encargadas de peinarnos habían llegado antes de las doce del mediodía por lo que entre bocadillos y jugo nos arreglamos ya que el festejo vendría después. Tita usó un vestido largo color celeste acompañado de su respectivo abrigo, una pequeña tiara de brillantes con aretes y gargantilla a juego y una banda blanco marfil que cruzaba su pecho portando en ella algunas insignias de la Casa Braganza de Portugal y de los Sajonia-Coburgo y Gotha de Alemania herencia de su bisabuela Leonor de Viznaí. Yo usé un vestido color beige, igualmente largo de talle recto, con brocados de pedrería en el talle del busto y manga larga con su abrigo blanco que lo acompañaba. Me hicieron un moño alto por lo que también lucía una pequeña tiara regalo de Tita y joyas a juego, también usé una banda igual que la de Tita pero blanca y en ella también portaba algunos prendedores que pertenecieron a la familia. La Casa Braganza, Borbón por partida doble, Sajonia y el emblema de Wessex, Portugal, España, Italia, Alemania e Inglaterra todos juntos estaban a la vista en mi pecho, no sólo para recordarme cual era mi lugar por una vez en la vida sino para demostrarles a los nobles de Bórdovar que no estaban tratando con cualquier hija de vecina. 
(...)



La ceremonia fue muy propia, como debe ser una coronación real, los Nobles, Ministros, Consejo y los invitados de las Casas Reales extranjeras que habían asistido ya estaban ocupando sus lugares dentro de la iglesia. Cuando yo entré me quedé sin habla ya que su extraño estilo gótico exterior me hacía deducir que era oscura, fría y lúgubre pero no era así. Hermosos candelabros de cálida luz tenue pendían del techo mostrando el esplendor del lugar, no eran católicos, no habían imágenes de ningún santo excepto uno; el apóstol San Pablo y una enorme cruz en lo que se suponía era un altar mayor. Los cuadros con pinturas tipo renacentistas que decoraban, reflejaban hermosas escenas bíblicas en el mismo orden de la Biblia; desde el Génesis hasta Malaquías y desde Mateo hasta el Apocalipsis, Antiguo y Nuevo Testamento estaban a la vista de todos en la iglesia y eso me gustó. Enormes candelabros de pedestal en brillante bronce con velas, inciensos y flores blancas cayendo como cascadas decoraban el camino por el que el rey iba a pasar. La preciosa e impecable alfombra color azul marino era por donde él iba a caminar hasta llegar al final donde estaba un trono simbólico porque no era el mismo que estaba en su castillo, pero allí se iba a sentar el que sería el nuevo Rey de Bórdovar. Presenciar todo aquello me llenó de emoción y a la vez de nervios, aún no podía creer en donde estaba y creía soñar, jamás en mi vida imaginé ver lo que estaba viendo, ni sentir lo que estaba sintiendo. Cuando la orquesta comenzó a tocar junto con el coro y esa maravillosa música resonó en la catedral me estremecí, el gran Haendel también había compuesto música de coronación para uno de los Reyes de Bórdovar y eso me extasió. Nos pusimos de pie en señal de respeto, él apareció regio, imponente, vestido como un militar de uniforme oscuro y con una banda roja en su pecho llena de insignias también, casi lloré. Lo veía hermoso, casi resplandeciente para mí, estaba enamorada, no podía quitar mis ojos de él y de lo bellísimo que se veía, verlo pasar con esa enorme capa que lo investía, tan bello, tan hombre, tan príncipe hizo que mi corazón se acelerara de la emoción. Nosotras estábamos en primera fila así que pudimos presenciar todo muy bien, el Barón de Branckfort no se quedaba atrás, Tita se estremecía al verlo también, él caminó primero llevando sobre un gran almohadón las joyas de la corona y cuando estuvo en el altar esperó que su nieto se reuniera con él. Cuando Leopoldo llegó al altar el clérigo lo esperaba y estando frente a él, el príncipe se arrodilló en un almohadón especial para él, de esa manera los actos dieron inicio.

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